Historias del fútbol

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gorrogoma
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Re: Historias del fútbol

Mensaje por gorrogoma »

La 'leggenda' del Grande Torino

El 4 de mayo se conmemora el 73º aniversario de la tragedia de Superga, en la que murió el mejor equipo de Italia
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El Grande Torino desapareció trágicamente en 1949 en un accidente de avión

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Valentino Mazzola, ídolo del Grande Torino, junto a Gabetto y Menti


Cuando Oreste Bormida tocaba la corneta todos sabían que el Torino atropellaría a su rival sin contemplaciones. El partido acababa en ese preciso momento, no había marcha atrás. Con Valentino Mazzola a la cabeza, el ‘Toro’ pasaba una y otra vez por encima de cualquier conjunto que se le pusiera delante en un estadio Filadelfia siempre lleno hasta la bandera.

Era el equipo de Italia, hasta esa época el más grande de todos los tiempos. Lo había ganado todo, había conquistado por primera vez en la historia un doblete de liga y copa y había ganado cuatro Scudetti consecutivos. Jugaban de diez, con un fútbol atractivo y ofensivo basado en el uno contra uno constante y en los marcajes al hombre en todo el campo, una revolución que impactó en Italia como nunca antes había sucedido.

El Grande Torino iba camino de convertirse en el equipo más poderoso del continente, en un conjunto imbatible que en los años 50 hubiera participado y marcado las diferencias en la nueva competición creada por L’Équipe, llamada Copa de los Clubes Campeones Europeos. La Copa de Europa, la Champions League actual. Pero el Torino no llegó a disputarla.

El 3 de mayo de 1949, tras un empate a cero ante el Inter de Milán en San Siro, el Torino viajó a Lisboa para disputar un partido amistoso. Tenía la liga prácticamente ganada. Ese empate ante los ‘Nerazurri’ lo dejaba todo sentenciado. A ambos equipos les separaban cuatro puntos y, con las victorias valiendo dos puntos y faltando cuatro jornadas para el final, el Scudetto parecía estar ya en el bolsillo del Torino. Sería el cuarto consecutivo. Nadie pensaba que el equipo ‘granata’ iba a perder la ventaja. Imposible.


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Cada 4 de mayo, los turineses homenajean a los jugadores caídos en la basílica de Superga

Dos meses antes de ese partido en San Siro, la selección italiana disputó un duelo internacional ante Portugal en Génova. Esa ‘Nazionale’ estaba repleta de jugadores del Torino. El once era casi compartido: Bacigalupo, Maroso, Ballarin, Loik, Castigliano, Tognon, Annovazzi, Carapellese, Mazzola, Baldini y Menti vistieron los colores azurri ante Portugal. Tognon, Carapellese y Annovazzi jugaban en el Milan y Baldini lo hacía en la Sampdoria. El resto, todos defendían el escudo del Torino. Y ese día faltó Rigamonti, habitual en el once, que también formaba parte de ese ‘Toro’ campeón. Los mismos que se enfundaban la camiseta del Torino lucían luego la de la ‘Nazionale’ y representaban Italia en el extranjero. Dieron a los ciudadanos un motivo de orgullo de ser italiano tras la vergüenza de la Segunda Guerra Mundial.

En ese encuentro internacional en Génova, Valentino Mazzola conoció a Xico Ferreira, histórico capitán del Benfica. Establecieron una bonita relación y semanas más tarde se pusieron manos a la obra para organizar un partido de homenaje en Lisboa, que se acabó disputando el 3 de mayo.

Por aquel entonces, un joven László Kubala entrenaba a prueba en el Torino tras huir de la Hungría comunista de Rákosi, Szakasits y Dobi. También estuvo probando en el Pro Patria y el Inter de Milán. El goleador pudo formar parte de la expedición que viajó a Portugal, pero decidió quedarse en tierra tras recibir la noticia de que su esposa, Anna Viola Daucik, y su hijo habían emigrado de Checoslovaquia y se encontraban en la ciudad italiana de Udine. Fue una sabia decisión. El Torino decidió tener un gesto de amistad, de hermandad. El presidente Ferruccio Novo permitió el viaje porque la liga estaba prácticamente ganada. Ese partido terminó con victoria 4-3 del Benfica y con un banquete en el restaurante Alvalade. Fue la última cena del Grande Torino. El equipo de Leslie Lievesley no volvió a pisar el césped.

Esa mañana del 4 de mayo, la ciudad norteña despertó sin luz. Ni un rayo de sol caía sobre la Mole Antonelliana, que amaneció oscura. Al mediodía, el avión del Torino despegó de Lisboa para aterrizar a primera hora de la tarde. Los jugadores debían tomarse un descanso y afrontar la 35ª jornada de liga, en la que recibirían a la Fiorentina en el estadio Filadelfia. Los ‘Viola’ eran décimos y ya no se jugaban nada. Tenía que ser un mero trámite hacia el título. Pero esos futbolistas no volvieron a entrenar.

Sobre las cuatro de la tarde, el avión que transportaba a los héroes del Grande Torino se estrelló contra la basílica de Superga, una iglesia construida encima de la colina más emblemática de la ciudad. Nadie sobrevivió. Los 31 pasajeros, entre jugadores, técnicos y tripulación de cabina, murieron en el acto. Fue un dolor inmenso, el drama de una nación entera. Casi un millón de personas acudieron al funeral, más del doble de los ciudadanos de Turín, que por aquel entonces tenía 300.000 habitantes.


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El once del Grande Torino era también el once de Italia. Fueron los mejores de la época


TODO SE ACABÓ

Pese a que la liga se terminó de jugar y el Torino consiguió ganar los cuatro partidos que le quedaban disputándolos con el equipo juvenil, la federación Italiana decidió entregar el título de campeón al ‘Toro’ días después de la tragedia aérea. Aquel 4 de mayo todo terminó para un equipo y una afición de leyenda. Ante casi un millón de personas, la procesión para homenajear a los campeones partió de la capilla ardiente situada en el interior del Palazzo Madama y atravesó Piazza Castello, Via Roma, Corso Vitoria y Via XX Settembre hasta llegar al Duomo, donde fue oficiado el funeral. Asistieron clubes de todo el mundo.

Pero aquel no fue solamente el adiós de un equipo triunfante. Fue el funeral de todo un club, que se hundió tras esos maravillosos años y que terminó firmando su descenso a la Serie B diez temporadas después, sin haber vuelto a ganar ningún título desde el accidente. En la temporada 1970-71, el Torino levantó la Coppa después de 21 años sin alegrías. Y en la 1975-76 conquistó su primer y último Scudetto tras la tragedia.

El Grande Torino, para todos los aficionados ‘granata’, significa el ejemplo futbolístico inalcanzable e inimitable. Si el Torino se ha mantenido como un equipo de primer nivel con millares de simpatizantes en todo el mundo es, posiblemente, gracias a la tragedia de Superga”, “Esa tragedia sacó al Torino de la historia del fútbol y lo hizo entrar en la leyenda del deporte mundial” dice Beccaria. , director de un museo ubicado en Grugliasco –pueblo cercano a Torino– en el que se guardan y exponen las botas, los balones, los documentos, las cartas y las camisetas de ese equipo, una parte de la tribuna del estadio Filadelfia, el banquillo y el zapatero del vestuario, además de una rueda y la hélice del avión precipitado en la basílica.

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gorrogoma
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La última sinfonía de Matthias Sindelar

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Matthias Sindelar

La historia de Matthias Sindelar (Kozlov, 1903-1939) es una de tantas y tantas de futbolistas cuya trayectoria quedaría profundamente marcada por los sucesos acontecidos en la Segunda Guerra Mundial. Nacido en una familia de origen checo, su padre, herrero de profesión, se trasladó a Viena en 1906 en busca de trabajo. Fue en aquellas calles donde el pequeño Matthias comenzaría a dar sus primeras patadas a un balón.

Con tan sólo 15 años, fichó por el Hertha de Viena, para luego dar el salto al Austria de Viena en 1925, único club profesional de su carrera, y con el que conquistó tres Copas de Austria en sus tres primeras campañas. Cuentan las historias que Sindelar era un delantero elegante, técnico y resolutivo, pero también tremendamente correcto y deportivo, ganándose el apodo de Mozart por su clase y elegancia. Un año más tarde de su debut con su club, jugó su primer partido con el combinado austriaco, dónde marcaría una época. Bautizado como Wunderteam (equipo maravilloso), Austria vivió su edad dorada a comienzos de los años 30, que le llevarían a jugar las semifinales del Mundial de 1934, donde caería ante la campeona Italia por la mínima, y a la medalla de plata en las Juegos Olímpicos de Berlín, dos años más tarde y ante el mismo verdugo. Un éxito que aún hoy no ha sido superado por el país centroeuropeo. Sindelar ya era considerado por muchos como el mejor delantero de Europa del momento y uno de los mejores de todos los tiempos, e incluso llegó a hablarse de un posible interés del Manchester United por hacerse con sus servicios, traspaso que nunca llegó a producirse.

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Sindelar, a la izquierda.

En 1938, la invasión nazi llegó a Austria, como a buena parte de Europa. El nuevo régimen concertó un partido de "bienvenida" entre austriacos y alemanes, en el que se esperaba que el conjunto austriaco no planteara demasiada oposición al combinado teutón. Por supuesto, Sindelar fue convocado a aquél encuentro, y mostró abiertamente su rechazo a las autoridades germanas al convertirse en el gran artífice de la victoria de Austria por 2-0 sobre Alemania, anotando uno de los tantos, que celebró efusivamente ante la tribuna nazi. Sería la última gran sinfonía del Mozart del fútbol.

Tras aquello, la Gestapo siguió de cerca su comportamiento, llegándolo a acusar de simpatizante judío, agravado por las continuos oídos sordos del futbolista a la llamada para jugar en la selección de Alemania. Finalmente, el 23 de Enero de 1939, Matthias Sindelar, el mejor futbolista austriaco de todos los tiempos, fue hallado muerto en su apartamento de Viena junto a su novia, Camilla Castagnola, de origen judío. La versión oficial hablaba de inhalación de monóxido de carbono como causa de la muerte, que fue rápidamente atribuida a un suicidio. Sin embargo, conocidos los hechos que acontecieron en aquella época nefasta, ya nadie lo cree. Aquello nunca fue esclarecido, y sea como fuere, así se marchó con sólo 36 años un gran futbolista y un héroe en su país; sus 27 goles en 44 partidos internacionales, su juego elegante, y su oposición al régimen invasor, le valieron para ser elegido mejor deportista de Austria en el Siglo XX.

*En las diferentes webs donde he buscado información sobre este hombre se hace hincapié sobre su origen judío. Yo no lo he puesto aquí porque creo que no lo era. De ser judío, no hubiese sido reclamado por los nazis para jugar con Alemania y tampoco hubiesen tenido que disimular su muerte. Con enviarlo a Auschwitz habrían solucionado el tema sin tener que dar explicaciones a nadie.


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gorrogoma
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"El Ancho" Ibarra: filetes, tortillas y refrescos.

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"El ancho" Ibarra en acción.

No hay que creer esa afirmación inherente al mundo del fútbol que dice que “si se hubiese cuidado hubiese sido mejor futbolista”. Es cierto que en la mayoría de los casos es así, sobre todo en el fútbol moderno donde se cuidan tanto detalles como la alimentación, los periodos de descanso o actividad física y donde los métodos de trabajo son de una minuciosidad absoluta.
Hoy día los jóvenes están mejor asesorados y todos son conscientes de que una vida ordenada influye en una carrera futbolística más prometedora. Pero una cosa es que normalmente sea así y otra que lo sea siempre. ¿Acaso Romario hubiera sido mejor delantero si en lugar de ser un calavera, su vida hubiese sido cuidadosa? ¿Y George Best? Y es que hay una especie de futbolistas que son genios y a los que una vida profesional los convierte en peores futbolistas. ¿Dónde desplegó su mejor fútbol “Mágico” González?
¿En la alegre Cádiz o en el frío Valladolid?

Vamos a presentar uno de estos talentos del selecto grupo de elegidos que necesitaban de libertad para mostrar su arte. Un jugador que cuanto más profesional se comportaba, peor jugaba. Sin embargo, a diferencia de los ejemplos de antes, sus debilidades no eran la juerga, las mujeres, el alcohol o la noche sino algo más trivial. Emilio era un glotón. Comer y comer platos siempre acompañados de refrescos gaseosos plenos de calorías.
Es la simpática historia de un mito paraguayo: Emilio “el ancho” Ibarra.

Emilio Hernán Ibarra Oviedo nace el 30 de junio de 1976 en una pequeña ciudad del Gran Asunción, llamada Mariano Roque Alonso, a 18 kilómetros del centro de la capital. Allí, todavía delgado, fueron sus comienzos como futbolista en el Deportivo Humaitá el cual consiguió un hito histórico en 1993: por primera vez en sus 60 años de historia el club rojiblanco, fue campeón de la “Primera de Ascenso” (segunda división) por lo que nuestro personaje debutó en 1994 con 18 años en la primera paraguaya. Tres años se mantuvo Humaitá en la máxima categoría hasta su descenso.

En 1997 Ibarra marcha al Sportivo San Lorenzo, convirtiéndose rápidamente en el ídolo de la grada. Su fútbol de toque y pase milimétrico, de ver huecos donde otros solo ven piernas, encandila al aficionado paraguayo aunque su irregularidad y físico empiezan a convertirlo en un jugador de culto. Porque aunque era muy joven, Emilio empieza a comer mucho y a entrenar menos lo que, unido a su tendencia a engordar, hace que empiece a estar rellenito de ahí que el apodo de “el ancho” comienza a, nunca mejor dicho,
tomar forma. Con 25 años ya jugaba como un veterano de esos cuya clase te enamora.

Ibarra ocupa un lugar privilegiado dentro de ese distinguido grupo de jugadores por lo que pagas una entrada; ver a ese gordito controlar una pelota, dar un pase o ejecutar un regate con la clase de un mago, ponía los vellos de punta a aquellos que entienden este deporte como pleno de sensibilidad y belleza.
Un Curro Romero del fútbol.

Sin embargo sus costumbres alimenticias cada vez eran más desordenadas. Ibarra basa su dieta en sus comidas favoritas: los filetes empanados, la ensaladilla rusa y las tortillas. Concretamente estas últimas las comía a todas horas, y siempre antes de cualquier entrenamiento o partido. Y para reponerse, nada de agua o bebida energética. Su perdición eran las gaseosas y los refrescos, en una época, además, donde dichas bebidas estaban llenas de azúcares y calorías ya que no existían los refrescos “zero” tal y como los
conocemos ahora. No obstante, por su juventud, el periplo de “el ancho” en Sportivo San Lorenzo nos muestra a un jugador de incipiente panza, aunque menos de lo que veremos después.

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"El ancho" pugnando por un balón.

Jugador de luces y sombras, aquellos días donde la bombilla se iluminaba el genio sacaba lo mejor de si mismo aunque bien es cierto que había partidos donde no rascaba bola. Y como pasa con los grandes artistas, la inspiración solía llegar en las noches importantes, esto es, cuando el humilde “rayadito” (apodo de San Lorenzo) se enfrentaba a los mejores equipos de Paraguay. Era un torero de plazas de primera como demostró el día que jugaban contra el (hasta ese momento) invicto y campeón Libertad de Asunción en 2001. Todavía está en la retina de los que allí estuvieron el clínic de fútbol que “el ancho” impartió ese día, gol incluido. De hecho, tras semejante exhibición y a pesar de su obesidad, el Libertad lo ficha con la intención de hacer de él una estrella, por lo que lo somete a una espartana dieta para bajar peso lo cual, como no podía ser de otra forma, derivó en desastre. Sin sus tortillas y filetes, sin sus ensaladillas y refrescos, Emilio era un hombre sin libertad en el Libertad por lo que su tristeza se traslada al campo donde, aunque juega a buen nivel varios partidos, no cuaja una temporada redonda. Pide la baja para volver a su rayadito donde permanece dos años más. Como muestra de las cosas que hacía, reproducimos un extracto de una crónica del ABC paraguayo fechada en 2003:
El «Ancho» dio cátedra de fútbol en el «Potrero»

Rechazada y criticada por todos los clubes y futbolistas -algunos la llaman el potrero- es la cancha del San Lorenzo, en donde, sin embargo, varios futbolistas demostraron que cuando uno sabe jugar al fútbol no importan las condiciones en que ella se encuentre. Y así lo hizo Emilio Ibarra, quien parecía jugar sobre otra superficie a la que los demás lo estaban haciendo, que a su figura poco vistosa para un futbolista profesional suplió con fútbol de alta técnica, didáctico para cualquiera que le guste este deporte.
En 2004 ficha por Tacuary donde, a pesar de que su peso estaba ya disparatado, desarrolla tal vez el mejor fútbol de su carrera, coincidente con el periodo esplendoroso de la entidad con la que disputa, incluso, dos ediciones de la Copa Libertadores (2005 y 2007) y una Sudamericana. Lógicamente su veteranía y su oronda forma hace que juegue cada vez menos, sólo saliendo cuando los partidos languidecían y el nivel físico de los choques era menor. Sin embargo, como si de un especialista de balonmano se tratase, el cada vez más “ancho” Ibarra emergía del banquillo en cuanto había una falta peligrosa o un penalti, consiguiendo más de un gol decisivo para su equipo.

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Las anécdotas sobre su físico, al igual que el deleite por su fútbol, se cuentan por decenas. Por ejemplo, cuando disputó la Copa Sudamericana contra los uruguayos del Danubio fue duda hasta última hora por un problema en el tobillo, pero el míster decidió tenerlo en el banco por si había que tirar de él. Y así fue porque en una igualadísima eliminatoria que se tuvo que solventar a penaltis tras dos empates, el “ancho” salió para tirar el primero de la tanda el cual, como no podía ser de otra forma, marcó. Sin embargo Ibarra tenía ya una barriga enorme por lo que el esfuerzo para mover semejante cantidad de kilos unido a que su musculatura estaba fría -acababa de entrar-, le propició una lesión en el muslo al disparar. Y es que superada la treintena y con semejante talega, su condición física le jugaba algunas malas pasadas.
En esta jugada contra Guaraní vemos como no puede seguir al jugador rival por lo que se ve obligado a derribarlo y acaba siendo expulsado VER VÍDEO.

En 2009 Tacuary no cuenta con él, pero le pide que se incorpore a su cuerpo técnico. En cambio, “el ancho” todavía pensaba que a sus 33 años tenía fútbol en sus botas por lo que ficha por el General Caballero de la segunda división paraguaya donde permanece dos temporadas aunque, como podemos ver en la imagen siguiente, el número de tortillas que engullía debió ser enorme. Tras ayudarlos a mantener la categoría, en 2011 vuelve al origen ya que retorna al Humaitá, 17 años después de su debut en el equipo de su ciudad que ahora estaba hundido en cuarta división, donde a cuentagotas siguió siendo decisivo en varios encuentros.

Con 35 años decide colgar las botas e integrarse como entrenador del equipo Sub 16.
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Fuente: eltrinchecarlovich/salmonpalangana.com


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gorrogoma
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Kaiafas. El albañil que cambió “La Bota de Oro”

Desde 1968 la Revista France Football otorga “La Bota de Oro” al mejor goleador del año en las ligas europeas, galardón que poseen prácticamente todos los mejores delanteros de la historia reciente del fútbol mundial. Desde sus inicios, las estrellas del momento se hicieron con el trofeo como, por ejemplo, Eusebio (1968 y 1973) o “torpedo” Müller (1970 y 1972). Sin embargo la irrupción de un tosco punta chipriota con tendencia a engordar cambió la concepción del premio a partir de 1976.

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Sotiris Kaiafas nació el 17 de diciembre de 1949 en Mia Milia, una de las zonas más conflictivas del norte de Nicosia por el conflicto turco-chipriota de mediados de siglo. En ese clima prebélico creció, jugando en el equipo de su barrio hasta que con 14 años el Omonia de Nicosia lo ficha para sus inferiores tardando sólo un par de temporadas en debutar con el primer equipo, agarrando la camiseta con el número 9 para el resto de su vida futbolística.

Procedente de una familia humilde, el joven Sotiris aprendió el oficio de albañil con el que compaginar su pasión deportiva ya que en el muy rudimentario fútbol chipriota todos los jugadores eran amateurs, por lo que los futbolistas debían tener un trabajo complementario. Estamos en una liga de nivel menor, con apenas 10.000 licencias federativas (en España hoy día hay más de 700.000) y donde la mayoría de los campos, incluso de primera división, eran de grava y albero.

Pronto se vio que aquel dorsal número 9 no era un delantero más. Porque aunque no era ni muy alto, ni muy rápido, ni muy hábil, tenía un cañón en la pierna derecha y un olfato para el gol fuera de lo común. Kaiafas era el típico ratón de área que sabía siempre donde colocarse para que le llegara el balón y que no perdonaba al armar la pierna hasta el punto que el Omonia empezó a jugar para él. Además, su llegada al primer equipo coincidió con la de Andreas Kanaris un jugador definido por El País en 1979 (en la previa de un Chipre-España) como “pequeño, delgado, frágil y rápido, con buen regate y control del balón a la carrera, pero no es un buen chutador”. A lo Stockton y Malone, Kanaris y Kaiafas formaron una pareja perfecta donde uno asistía y el otro machacaba. Juntos formaron una sociedad durante 12 años, resultando Kanaris el jugador con más partidos en la historia del Omonia con 503 y Sotiris Kaiafas el tercero con 476 encuentros disputados. Como curiosidad, apuntar que el segundo jugador en dicho ranking es su hijo, Kostas Kaiafas, con 498 partidos entre 1991 y 2009.

Sin embargo, la progresión de Sotiris Kaiafas estuvo a punto de interrumpirse por la compleja situación geopolítica de su natal Mia Milia, que se vio afectada de lleno por la “Operación Atila” relativa a la invasión turca de principios de los 70 sobre varias zonas chipriotas. Kaiafas y su familia vivieron situaciones extremas deambulando unos meses como refugiados hasta acabar, no se sabe muy bien cómo, en Sudáfrica. Sin embargo fueron pocos meses ya que al estabilizarse la zona volvió a Nicosia donde le esperaba su Omonia, equipo en el que permanecería hasta 1984, de ahí que se le pueda considerar como un auténtico One Club Man.

La dimensión de este jugador en la historia de su club lo demuestra el hecho que desde el inicio de la liga chipriota en los años 30, el Omonia solo había podido levantar 2 trofeos antes de la llegada de Kaiafas. Pero de la mano del delantero se alzaron con los campeonatos del 72, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 81, 82, 83 y 84, además de ganar la Copa de Chipre en 6 ocasiones. A título individual, los números de esta leyenda del fútbol chipriota son escandalosos. Récords como los de anotar 8 goles en un derbi contra el Apoel Nicosia, casi 300 en liga o conseguir el título de máximo anotador 8 temporadas (7 de ellas, de forma consecutiva) siguen vigentes destacando sobremanera la 75-76. En el último partido se jugaban con el Anhortosis el volver a ser campeón, ganando 3-0 el Omonia gracias a un hat trick suyo. Esa campaña marcó nada menos que 39 dianas en 32 partidos lo que le valió la Bota de Oro europea, hecho este que propició que France Football empezase a ponderar los goles ya que, hasta ese instante, valían iguales a estos efectos los marcados en todas las ligas. Debido a ese cambio de norma no repitió Bota de Oro del 77 aunque superó su propia marca liguera al anotar nada menos que 44 tantos.

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Como gran dominador local, el Omonia jugaba la Copa de Europa todos los años, aunque siempre caía en la Primera Ronda al cruzarse generalmente con equipos más fuertes. Sin embargo la 79-80 sería distinto, ya que la suerte quiso emparejarlo con el Red Boys Differdange, campeón luxemburgués. Aunque perdieron 2-1 en la ida, el Omonia remontó con 4 goles de Kaiafas en la vuelta por lo que en Octavos de Final se cruzaron nada menos que con el Ajax, que venía de endosarle un 16-2 al HJK Helsinki. En el primer partido disputado en Amsterdam, los holandeses barrieron a aquellos amateurs chipriotas por 10-0.

Con la eliminatoria decidida, el Ajax manda los suplentes para la vuelta. Pero empieza el partido y el Omonia marca dos goles en el primer cuarto de hora por lo que el GPS Stadium se convierte en una auténtica caldera. Antes del descanso, Kaiafas consigue el tercero y, justo al iniciarse el segundo tiempo, hace el cuarto. Finalmente el partido acaba con 4-0 en la que se consideró una de las mayores gestas de la historia del fútbol chipriota y una deshonra para el mítico Ajax.

En el plano internacional, hay que decir que Chipre siempre era la cenicienta en los grupos de clasificación para Mundiales o Eurocopas por lo que sus partidos foráneos se cuentan en su mayoría por derrotas abultadas. Kaiafas debutó el 19 de noviembre del 72 contra Bulgaría (0-4) siendo su último partido el 21 de diciembre del 80 frente a Bélgica (0-2). En sus 18 internacionalidades anotó 2 goles, siendo el más importante el que valió el empate frente a Rumanía.

Mito del Omonia, la grada de animación del equipo chipriota se llama “Omonia Gate 9” en homenaje al dorsal que siempre portó el mejor delantero de la historia de la institución.

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Re: Historias del fútbol

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Oskar Rohr, el futbolista que pasaba de Hitler.
A mi tío lo mandaron al Frente Oriental para que muriera. Nunca le perdonaron que dejara el fútbol alemán.

Gernot Roht, entrenador de fútbol.
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Oskar Rohr.

Oskar «Ossi» Rohr nació en Mannheim el 24 de marzo de 1912, siendo el sexto hijo de una familia muy deportista donde el padre era un famoso atleta alemán y sus tres hermanos mayores varones pretendían ser futbolistas. Desde muy niño jugó en el Phoenix Mannheim donde también estaban sus hermanos en distintas categorías, pero Ossi era el mejor por lo que a los 11 años ingresó en la escuela de VfR Mannheim dedicándose a perforar porterías con una facilidad pasmosa lo que le llevó a debutar en el primer equipo con solo 16 años en la Bezirksliga Rhein-Sarre, la más alta división de la comarca de Sarre. Sus hermanos ya no jugaban pero, curiosamente, sí lo hacía su sobrino Philip, pocos años más pequeño y al que siempre trató como un hijo. Su fútbol de kilates no pasó desapercibido para el Bayern Múnich que no dudó en ficharlo y darle el dorsal número 9 para construir un equipo campeón en torno a su figura. Kurt Landauer, presidente revolucionario, reformó el equipo poniendo a Richard Dombi en el banquillo y consiguiendo el primer título nacional de la historia para el club en 1932, tras vencer en la Copa al Eintracht en la final disputada en Nüremberg donde se produjo una jugada que demuestra el desparpajo de Rohr. Con 0-0 el árbitro decreta penalti a favor del Bayern pero Heidkamp, capitán del equipo y lanzador habitual coge el balón y en lugar de dirigirse al punto fatídico, se acerca a Rohr “Ossi. No tengo valor para tirarlo. Debes lanzar tú”. El delantero asumió la responsabilidad y anotó el primer gol en un partido que acabaría con 2-0 para los de Munich.

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Imagen del penalty que se conserva en el archivo histórico del Bayern Munich.

Las actuaciones del punta no pasaron desapercibidas para Otto Nerz, seleccionador alemán, que lo convocó en marzo del 32. En esa temporada Ossi se enfundó la camiseta nacional en los encuentros contra Suiza, Suecia, Italia y Francia anotando cinco goles. Sin embargo, las circunstancias políticas del país marcarían la carrera de este delantero llamado a marcar una época.

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Con la camiseta de la selección alemana.

Oskar Rohr, a diferencia de muchos jóvenes de su tiempo, ni estaba interesado en política ni mucho menos comulgaba con las ideas nazis incipientes en ese 1933, año en que Hitler es nombrado canciller alemán. Por su parte, los problemas internos del país y los intentos de conservar el amateurismo en el fútbol germano contrastaban con los ideales del delantero que era una persona que se dedicaba en cuerpo y alma al deporte por lo que pensaba que debía cobrar por ello. Era su pasión, pero al tiempo era su oficio. Todo eso animó a Ossi a cruzar la frontera fichando en 1933 por el Grasshoppers donde solo estuvo una temporada en la que mostró sus dotes de goleador, levantando la Copa Suiza del 34.

Ese verano se marcha al Racing Estrasburgo donde consigue tener la vida que quería. Es el jugador mejor pagado de la plantilla, vive cerca de la frontera alemana, tiene un Citröen último modelo y buenos lugares donde tomar una cerveza. En Alemania, sin embargo, es tratado como un desertor; no sólo jamás será convocado para el combinado nacional sino que la revista Fussball le dedicó un reportaje donde se hablaba de Rohr como “Un talento para el fútbol y un traidor a la patria. Un mercenario que solo juega por dinero”. Aunque no consiguió ningún título en Estrasburgo, es una auténtica estrella de la liga con cifras que hoy día siguen catalogándose como impresionantes. 22 goles en 20 partidos el primer año, 28 en el segundo y 30 tantos en su tercera temporada -que le convirtieron en el máximo artillero de la liga francesa- son su carta de presentación. Con un total 117 goles en algo menos de 150 partidos, su nombre está grabado con letras de oro en la historia del club ya que, 80 años después, esos 117 tantos en liga siguen siendo el récord individual en un equipo cuya camiseta han vestido Djorkaeff, Mostovoi o Kevin Gameiro y que consiguió ganar la Liga Francesa de 1979. Tremendo.

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Una formación del RC Strasbourg, 1936-1937. Rohr es el segundo por la izquierda.

Con 27 años y en plena madurez deportiva, lo que era una plácida vida como deportista se vio truncada por las malditas cuestiones políticas que tanto odiaba, ya que en septiembre del 39 los nazis invadían Polonia y en mayo del 40 ocupaban Francia. El campeonato galo se suspendió y “el disidente Ossi” se vio obligado a marcharse de Estrasburgo, con dirección a Sète, un curioso pueblecito del Sur de Francia que durante la ocupación alemana fue una especie de fortaleza resistente al asedio. De hecho, huyendo de la Guerra Civil Española jugaron en el FC Sète, el vasco Urquiola (procedente del Ath. Bilbao) o los jugadores del Barça Josep Escolà, Josep Raich e incluso el mítico Domingo Balmanya (nada menos que 4 temporadas). Hay que hacer constar que en la Francia del tiempo del conflicto bélico había tres campeonatos: el llamado “zone occupée” (destacando el Racing de Paris el Stade Reims o Girondis), la “zone interdite” (Lens, Lille, etc) y la “zone libre”. En esta última se agrupaban los grandes del Mediterráneo como el Marsella, Niza o Toulouse. Sin embargo, el mejor de todos era el FC Sète, que ganó la “liga libre” 41-42 y que casi hace doblete al llegar a la final de Copa nacional que si la jugaban los equipos franceses de las tres zonas. Entre el 40 y el 42 Rohr formó parte de la plantilla del FC Sète, pero su participación fue prácticamente testimonial; a día de hoy sigue siendo un misterio si jugó poco o si lo hizo con seudónimo para no ser descubierto. Realmente se saben muy pocas cosas de esos dos años en la vida del delantero.

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1934/35: Sochaux-Estrasburgo 2-3. Ossi pugna por un balón ante Albert Gougain y Conrado Ross.

En 1942 Oskar Rohr marchó a Marsella alojándose en una pensión hasta que los nazis lo apresaron bajo la acusación de divulgar propaganda comunista. Pero ¿qué hacía en Marsella? Estamos en la época más oscura de la vida de Rohr por lo que se desconoce exactamente si estaba implicado en cuestiones políticas o si solo se encontraba en uno de los puertos más importantes de Francia preparando su exilio a América -como tantos otros alemanes contrarios a las ideas hitlerianas- para intentar proseguir su carrera futbolística tal y como hicieron españoles como Ángel Zubieta o Gregorio Blasco. El caso es que tras ser apresado, un rápido juicio lo condenó a la prisión de Estrasburgo y, de ahí, al campo de concentración de Kislau en Karlsruhe donde fue “convenientemente reeducado”. Pero la Gestapo no perdonó al traidor por lo que decidió enviarlo al Frente Oriental, a la más cruenta guerra de las que había en ese instante donde cayó herido lo cual, paradójicamente, sería su salvación ya que conoció a un oficial piloto de la Luftwaffe que, cosas del destino, era un apasionado hincha del Bayern de Múnich. El piloto estaba ahí, con su ídolo de niñez herido, ese que tantas tardes de gloria le había dado con sus goles para el equipo bávaro y que le condujo hacia su primer título por lo que, en el fondo, le debía una. El oficial, que acabada una misión volvía a casa, se las arregló para que Ossi lo acompañara ya que, herido de guerra, no servía para el combate. El delantero no se lo pensó dos veces y cambió la terrible campaña rusa por su Mannheim natal.

Terminada la guerra, aunque tenía ya 33 años y su cuerpo había pasado innumerables penurias físicas jugó durante 4 temporadas más en varios equipos alemanes como el Ausburgo, FK Pirmanses o su VfR Mannheim, compartiendo vestuario con su querido sobrino Philip. Se retiró en 1949 tras vestir la camiseta del Waldhof pasando el resto de su vida alejado del fútbol, trabajando como administrativo y falleciendo el 8 de noviembre de 1988 en su Mannheim. Es una leyenda tanto en Estrasburgo como en Múnich, hasta el punto que aficionados de este club le hicieron una ofenda floral ante su tumba hace algunos años.

Nadie sabe qué hubiese podido pasar si la política no se cruza en su camino pero, tal vez, y al igual que pasó con Strelstov o los Tres Reyes Polacos no hay la menor duda de que el fútbol perdió uno de los mejores delanteros alemanes de la historia por culpa del conflicto bélico.

La saga futbolística de los Rohr no termina aquí ya que Gernot Rohr, hijo de Philip, tuvo una carrera futbolística muy parecida ya que también empezó en Alemania, pero el grueso de la misma lo desarrolló en Francia. Gernot Rohr jugó tanto en el Bayern de Múnich como en el Girondins de Burdeos donde es toda una leyenda tras vestir su camiseta nada menos que 12 temporadas. Al igual que su tío abuelo Oskar, Gernot ama Alemania pero tiene Francia como su segundo hogar, por lo que adquirió la doble nacionalidad francesa, continuando su carrera como técnico en territorio galo en importantes banquillos de la Ligue como los del Girondins o Nantes, para después pasar a dirigir varias selecciones africanas. Hasta el pasado diciembre fue el Seleccionador de Burkina Faso y, actualmente, es el Embajador del Fútbol Alemán 2016 en ese país centrando su actividad en la recogida de fondos para la creación de escuelas y ayudas a los más necesitados.


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Re: Historias del fútbol

Mensaje por gorrogoma »

El alma libre de Comandini
Arriba y abajo. Éxito o fracaso. Cimas y simas. ¿Quién es el que decide donde estás en cada momento? ¿Por qué la fama, el dinero o el primer plano de la actualidad tiene que hacer a una persona más feliz que a otra que pase por la vida de forma más desapercibida? ¿Quién dice que el hecho de firmar autógrafos a diario consigue realizarte más como persona que aquel otro que disfruta en soledad de una puesta de sol?

¿Gianni Comandini? ¿Yo? ¿El de los dos goles al Inter en San Siro el día del 0-6? Que va, no lo soy. Imagino que me pareceré a el, porque no eres el primero que me lo dice, pero ni siquiera sé quien es. Solo soy un italiano que ha venido a Australia a surfear.

Gianni Comandini
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Nacido en Cesena en mayo del 77, Gianni Comandini estuvo desde niño vinculado al equipo local debutando con 18 años en la Serie B italiana, aunque de inmediato fue cedido al Montevarchi de la serie C1. Tras ese año de aprendizaje vuelve al Cesena para disputar dos campañas a un nivel bastante alto como lo demuestra su fichaje por el Vicenza en 1999. Hay que recordar que el Vicenza había descendido esa temporada de forma sorpresiva ya que solo dos años antes había ganado la Copa de Italia y jugado las semifinales de Recopa contra el Chelsea. Allí sustituye como delantero centro a Marcelo Otero (que firmó por el Sevilla) formando un tridente mágico en ataque junto a Pasquale Luiso y Bucchi, ascendiendo a la Serie A dos jornadas antes de acabar el torneo. Su gran temporada propicia que ese verano del 2000 sea convocado por la Sub 21 italiana para el Europeo de Eslovaquia donde junto a Nicola Ventola forma parte de la dupla titular ofensiva de un auténtico equipazo en el que Gatusso y Cristiano Zanetti hacían la raya en mediocampo para que Pirlo desarrollara la magia. Italia levantó el título tras batir 2-1 en la final a la República Checa.

Comandini destaca por ser un delantero alto, no exento de calidad, buen rematador con ambas piernas y sobre todo muy potente. Su juventud y clara progresión hace que su magnífica temporada en el Vicenza, culminada por el oro en el Europeo Sub-21, no pase desapercibida por los grandes y es nada menos que el Milan quien consigue su traspaso en el año 2000 donde alguno empieza a hablar de Gianni como el nuevo Van Basten, por sus parecidas características en el campo. En Millanello empezó realmente bien, ya que anotó un gol ante el Dinamo de Zagreb que sirvió para que el Milan accediera a la Fase de Grupos de Champions, pero su estrella se fue apagando. Juega bastante menos de los esperado ya que la delantera titular rossoneri estaba compuesta por dos atacantes de leyenda como Shevchenko y Bierhoff a los que acompañaba Jose Mari, firmado a golpe de talonario por Berlusconi. A pesar de su discreta campaña, Comandini forma parte del corazón de los tifossi milanistas ya que anotó los dos primeros goles del histórico 0-6 contra el Inter en San Siro.

Muchos veían en Gianni Comandini una estrella cuyo único problema para desarrollar su potencial era que tenía a dos cracks consagrados que le cortaban el paso, de ahí que a las oficinas milanistas llegara una oferta irrechazable: treinta mil millones de liras. Sí. No es una errata. Treinta mil millones de liras (casi 16 millones de euros) pagó el Atalanta en 2001 en el que todavía es la adquisición más costosa de su historia. Sin embargo su rendimiento no fue ni de lejos el esperado en Bérgamo. Aunque si jugó bastante en su primera temporada, nunca consiguió los registros goleadores que se esperaban de el, por lo que su participación en el equipo se fue difuminando año tras año, con cesiones incluidas en el Genoa o el Ternana, ambos de la Serie B. Hasta que se cansó. Con 28 años, aquejado de problemas físicos y una carrera estancada, Gianni Comandini decidió retirarse antes que engañar a nadie y dedicar tiempo al resto de sus pasiones. Porque al punta de Cesena le gustaba el fútbol, si. Pero también el surf, los AC/DC, los Sex Pistols y coger una mochila para perderse. Conocía los mejores hoteles de cinco estrellas y el Bussines Class de los aviones, pero necesita deambular por chozas junto a la playa y mezclarse con una multitud donde nadie le pidiera un autógrafo. Así que olvidó el fútbol, se dejó el pelo todavía más largo y compró un vuelo solo de ida a un destino asiático.

A Gianni le encantaba viajar, le fascinaba. Y pensaba que en su juventud no había podido disfrutar del mundo porque, aunque había cogido infinidad de aviones y estado en muchos países, sentía que su espíritu nómada estaba prisionero. Del avión al hotel, un paseo por la ciudad, al partido y otra vez a casa llenaba el pasaporte pero no el alma; eso no era viajar. Para conocer mundo necesitaba montarse en el avión sin saber muy bien donde ir. Para conocer Jamaica tenía que ponerse las chanclas y tirar el reloj. Para saber cómo era la gente de Nepal debía dar largas caminatas, comer cuando tuviera hambre y dormir donde fuera en cuanto el sueño le venciera. Para disfrutar de la India necesitaba perderse en un autobús repleto de hindúes. Con su tabla de surf disfrutó de las olas de las playas australianas, escuchando a los Red Hot Chili Peppers. Con su bañador, paseó por Copacabana viendo el talento natural de los niños brasileños emulando a Garrincha junto al mar. Y así por muchos más sitios como Sri Lanka, el Caribe, Indonesia…. Se convirtió en un ciudadano del mundo interesado por conocer culturas y por disfrutar de la diversidad de la madre Tierra.

Pueden calificar a Gianni Comandini como un bohemio o un soñador, pero nunca como loco. Y mucho menos como un estafador, mas al contrario, si algo destaca de él es su nobleza. A diferencia de muchos otros, no desperdició lo que había ganado en vicios insanos para acabar arrastrado en la mendicidad. Simplemente decidió gastar el dinero que tenía en pasar periodos de libertad y alegría en los más recónditos lugares del mundo sin que nadie le dijese lo que tenía que hacer en cada momento. Con lo que le quedaba, y la sensación de haber podido cumplir su sueño de libertad, volvió a casa e invirtió en un negocio de hostelería en el cual organiza fiestas siendo él quien, entre otras cosas, ejerce de DJ, con un éxito notable.

Entrevista en cesenatoday (en italiano)

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Gianni Comandini. Un jugador referencia en la Italia campeona de Europa Sub 21, por el que se pagaron auténticas millonadas, jugó poco más de 50 partidos en la Serie A y terminó siendo más feliz que nunca buscando la ola perfecta y pinchando música. Un deportista tan honrado que cuando detectó que su carrera se estancaba prefirió dejarlo antes de engañar a clubes y aficionados a costa de perder dinero. Un alma libre que puede afirmar a boca llena que consiguió sus sueños.


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Re: Historias del fútbol

Mensaje por Mateba »

Desconocía la existencia de este magnífico post. Gracias gorrogoma por compartir todas estas historias.


Me mateba contigo. ak47
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Re: Historias del fútbol

Mensaje por gorrogoma »

Una anécdota entre Gascoigne y Maradona antes de un Sevilla-Lazio

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Paul Gascoigne y Maradona se saludan antes del partido entre la Lazio y el Sevilla

Paul Gascoigne y Diego Armando Maradona fueron dos grandes futbolistas. El primero, posiblemente, uno de los mejores jugadores ingleses de todos los tiempos. El segundo, para muchos, el mejor de de la historia.

Sin embargo, ambos tuvieron serios problemas a lo largo de su vida con distintas adicciones, incluso, en su etapa como futbolistas en activo. Muestra de ello es la charla que desveló el propio Gascoigne en una entrevista al diario The Athletic.

«Recuerdo jugar un partido amistoso contra el Sevilla de Maradona en España después de estar tres días seguidos bebiendo en Disneyland. En el túnel de vestuarios le dije "Diego, estoy hecho polvo". Él me contestó: "No te preocupes, yo también".

Aquel partido amistoso al que se refiere el crack inglés se disputó en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán un 10 de noviembre de 1992. Por aquel entonces, El Pelusa vestía la elástica sevillista después de haber tenido que abandonar la liga italiana, entre otras cosas, por dar positivo por cocaína. El encuentro finalizó con empate a uno en el marcador con goles de Pineda para el Sevilla y, curiosamente, Paul Gascoigne para los visitantes.

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A pesar de su mal estado físico, Paul Gascoigne fue capaz de anotar el gol de su equipo

No fue esta la única anécdota curiosa que dejó la entrevista del futbolista británico. También tuvo tiempo de recordar otra conversación con el ex entrenador del Manchester United, sir Alex Ferguson: «Siempre me ha dicho que mi carrera hubiera sido más estable en el Manchester United. Ferdinand se libró de un test antidoping de milagro, Cantona pateó a un gilipollas de la grada en el cuello, Rooney se folló a una abuela y Giggs se folló a la mujer de su hermano. No me quiero imaginar que hubiera hecho yo allí».


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Re: Historias del fútbol

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Pfannestiel. El portero nómada

En el mundo hay personas conformistas y personas que necesitan descubrir cosas nuevas. Gente que disfruta viviendo en un sitio y otros que no pueden estarse quietos, que necesitan ser ciudadanos del mundo porque les ahoga vivir siempre en la misma ciudad, en el mismo país. O en el mismo continente. Futbolistas como Hatzipanagis o Le Tissier que aunque son bohemios les gusta vivir en su casa y otros a los que les cuesta echar raíces, tipo Vieri o nuestro querido Enzo Maresca. Pero nadie en la historia del fútbol tienen parangón con nuestro protagonista de hoy. Nadie jugó en todos los Continentes y en tantos equipos. Solo él.

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Lutz Pfannenstiel nació el 12 de Mayo de 1973 en la pequeña localidad bávara de Zwiesel. Desde niño apuntaba muy buenas maneras como portero, por lo que el Bayern Munich se apresuró a ficharlo para sus inferiores donde rindió a gran nivel hasta el punto de ser el portero de la Selección Sub 17 alemana. Con la mayoría de edad, Jupp Heynckes consideró que debía foguearse por lo que fue cedido por dos temporadas al FC Bad Kötzting, club también de la zona de Baviera. A los dos años vuelve al Bayern donde le ofrecen renovar, pero no le aseguran muchos minutos ya que Aumann es el titular indiscutible. Sin embargo, el portero aventurero sorpresivamente le dice no al mejor equipo alemán, lo deja todo y ficha por Football Association of Penang FA de Malasia. “En mi inicio tuve una carrera normal, pero siempre he sido un poco impaciente”, comenta entre risas cuando alguien le pregunta por tan sorpresiva decisión.

Seis meses dura en Malasia, hasta que el fútbol inglés lo rescata. Un portero con 21 años recién cumplidos e internacional alemán en las categorías inferiores no puede estar en una liga propia de cementerio de elefantes. El equipo que contrata sus servicios es el Wimbledon del temible Vinnie Jones con la idea de sustituir a Segers, veterano portero holandés. Los de mi generación sin duda recuerdan aquel equipo capitaneado por uno de los futbolistas más duros que se recuerdan. El posteriormente actor de "Snatch, Cerdos y Diamantes" era un capo también en el vestuario donde junto al no menos temible Denis Wise creó un grupo de terror llamado “The crazy gang” con quien era mejor llevarte bien. Y aquel alemán de mundo no cuajó allí en el hermético grupo. Al segundo día de llegar, el míster manda a los jugadores a correr a un parque que está a 3 kilómetros del estadio. A trote iba el novato Lutz cuando gira la cabeza y ve como Jones cuchichea con algunos jugadores. Cuando llegan al parque, entre cinco agarran al alemán, lo dejan totalmente desnudo en la fría noche londinense, lo arrojan a una zanja y se marchan. “Ahora puede tener cierta gracia. Pero volver desnudo al estadio, sorteando a mujeres paseando el perro por el parque, no fue especialmente simpático”.

Cosas como esta lo animan a marcharse al Nottingham, Forest donde la falta de minutos lo lleva cedido al Orlando Pirates sudafricano. Tras volver al Forest, decide emigrar a la liga de Singapur en las filas de Sembawang Rangers junto con su amigo Gary Blissett (ex del Wimbledon), donde sólo está tres meses antes de retornar a Europa. En 1997 se va a la liga finlandesa, la cual le debió gustar porque pasó por tres equipos (Tampere PV, FC Haka e PK Isalmi).

Sin embargo, a nuestro amigo le da por volver a casa por Navidad (del 98) por lo que vuelve a su país enrolándose en las filas del Wacker Burghausen. Pero un año le basta para saber que eso no es lo suyo y retorna a la liga de Singapur, fichando por el Geyland United en el verano de 99, donde es muy es feliz. Se convierte en todo un personaje, es modelo de Armani, juega a muy buen nivel y es todo un ídolo de la afición. En medio de una entrevista distendida dice que está seguro de ganar el próximo partido; pues bien: resulta que ese partido se demuestra que se amañó por temas de apuestas ilegales lo cual conduce a Lutz a la cárcel de forma preventiva. Nunca se demostró que estuviera implicado, por lo que salió libre en el juicio: él sólo dijo respondiendo un periodista que iban a ganar. Aquellos 101 días encarcelados injustamente en una cárcel de Singapur fueron una odisea “No tenía comida ni baño y los presos me agredieron. Allí me hice muy fuerte. Fue lo más duro de la vida de mi vida” manifestó . O no. Luego lo veremos

Tras salir de la cárcel en el año 2000 huye de Singapur y se enrola en el Vereinslos austriaco. Pero está sólo tres meses ya que le entra una fiebre compulsiva por conocer mundo y jugar. Engarza países y ligas sin vacaciones ni pretemporadas, marchándose a un cuarto continente. El equipo neozelandés del Dunedil Tecnical AFC de Nueva Zelanda es su nuevo destino, fichando por 5 años. Pero las condiciones de la liga de ese país (6 meses) hacen que puede cambiar continuamente de equipo. En ese tiempo juega en la liga inglesa (Bradford y Huddersfield), alemana (ASV Cham) y noruega (Baerum SK).

Tal vez su momento más duro fue cuando militaba en el Bradford, durante el boxing day de año 2002 en una jugada donde chocó con un delantero del Harrogate a la salida de un córner. Un golpe en el esternón hace que se le colapse el pulmón. Las asistencias en el propio campo lo dan por muerto, por lo que el árbitro suspende el partido. Cuando los aficionados lloraban la pérdida de su futbolista y llenaban de flores el estadio del Bradford, el milagro ocurre en el Hospital. Lutz entra en coma y, en uno de estos casos de 1 entre 1.000, revive: “Después del salto, noté un golpe muy fuerte y ya no recuerdo nada. En mi cabeza empecé a ver negro, gris, blanco, no escuchaba nada, no veía ninguna cara y en el fondo apenas observé una luz blanca y cuando estaba cerca de llegar a ella, desperté. De pronto sin darme cuenta estaba en el hospital y viendo a un doctor”.

Terminado su contrato con el Dunedil, el aventurero repara en que no conocía Norteamérica por lo que en 2004 no duda en aceptar la oferta del Calgary Mustangs de Canadá. Así, se convierte en leyenda al ser el único futbolista que a nivel profesional había jugado en todos los continentes. No obstante la aventura canadiense sólo durará unos meses ya que la añoranza de su querida Nueva Zelanda hace que retorne a dicha liga, esta vez en las filas de Otago United. Allí tuvo otra de sus innumerables anécdotas, cuando unos ladrones robaron en su casa. Lutz, hombre enamorado de su vida, sintió mucho especialmente la sustracción de alguna de sus antiguas camisetas, esas que con tanto cariño había guardado en su azarosa vida. Sin embargo, paseando una tarde por los alrededores de la ciudad, vio a dos hombres ataviados con sus añejas casacas. Y nuestro alemán del mundo, ni corto ni perezoso, se abalanzó contra los nativos en lo que desembocó en una descomunal pelea que terminó con los dos ladrones en la cárcel ya que, al parecer, eran unos peligrosos delincuentes en búsqueda y captura por la policía neozelandesa desde hacía tiempo.

En la temporada 2006-07, sin embargo, decide volver a Europa para conocer la liga albanesa (al FK Vilaznia Shkodër) jugando la temporada entera. y fichando en verano por el FC Bentonit Ijevan de Armenia en una de las peores etapas de su vida donde sólo le salvó la amistad con su compañero en la portería el mexicano Sergio Ramírez, del que se hizo íntimo. Los malos campos y el no cobrar hizo que se marchara al Baerum noruego. Pero llegó en pleno invierno y tras jugar un partido donde “se me helaron las pestañas”, Lutz decido terminar la 2007-2008 en Canadá enrolándose en los Tapas Blancas de Vancouver.

Tras el último desastre, Lutz Pfannenstiel echa la vista atrás y ve todo lo que ha conseguido. Se da cuenta que ha pasado por más equipos que nadie y que ha jugado en todos los continentes. Pero le faltaba algo. El templo del fútbol. Le faltaba Maracaná.

Me encantó jugar en Brasil, fue una enorme experiencia. Llegué con 35 años de edad y fue cuando realmente me sentí realizado como futbolista. Sudamérica era el único continente que me faltaba y el jugar en Brasil fue muy especial para mí. Sabía que soy y quizás seré el único jugador en el mundo en haber jugado en todos los continentes

Estuvo poco tiempo en las filas del humilde Clube Atlético Hermann Aichinger, equipo modesto que de la mano del juvenil Leandro Damiao escalaba en el incipiente campeonato brasileiro. Pero cumplió su sueño de jugar en Maracaná. De ahí volvió al fútbol noruego, primero en las filas del Flekkeroy IF y después en el Manglerud Star donde alternó el puesto de jugador con el de entrenador de porteros. Intentó jugar en la liga argentina, pero su pase no se concretó por lo que en 2010 firmó como entrenador jugador en el Ramblers Club ¡de la liga de Namibia!, donde decidió colgar los guantes en julio de 2011. Pero su experiencia, simpatía y sapiencia le valieron para fichar como entrenador de porteros en la selección nacional namibia en lo que fue su primer trabajo ya como ex futbolista. El segundo fue de lo mismo, pero en la selección cubana. En la actualidad trabaja para el Hoffenheim.

Lutz Pfannenstiel fue un trotramundos y un aventurero. El récord mundial que ostenta, con cerca de 30 equipos a sus espaldas y ligas de todos los continentes, lo han convertido en una leyenda de este deporte. Pero eso para él es lo de menos. Si por algo destaca es por ser una buena persona solidaria que marcó huella allí donde estuvo. Conoce todo y es amigo de todos. Y, de primera mano, es consciente de la situación de los más desfavorecidos de todos los rincones del planeta. Todo ello y sus múltiples contactos propició que creara la Fundación Global United FC donde el fútbol es la excusa para aunar personas populares en aras de la lucha por el cambio climático y para construir un mundo mejor, más solidario y más equitativo. Casi 500 futbolistas del presente y coetáneos al alemán (Nedved, Chilavert, Weah, Zidane…) forman ya parte de la Fundación.

Dentro de sus múltiples objetivos, el calentamiento global del planeta y el cambio climático es una obsesión hasta el punto que todos los años hace alguna actividad ecológica en este sentido. Un año estuvo cinco días encerrado en un iglú retransmitiendo su estancia través de una web cam. Al siguiente pasó una semana viviendo en la copa de los árboles del Amazonas. También estuvo en Pakistán colaborando tras las torrenciales lluvias que asolaron el país hace unos años. También se encarga de organizar el «Torneo de las Fundaciones», donde el año pasado recaudó 10.000€ para los suyos gracias a la ayuda de amigos como Andreas Brehme o Fredi Bobic.

“Lo mejor son los amigos que he hecho a lo largo del mundo. No me importa el dinero ni la fama, el futbol me ha dado la oportunidad de vivir muchas culturas y experiencias únicas alrededor del mundo. Se puede decir que soy ciudadano del mundo. He jugado en todos los Continentes y sólo me falta la Antártida. Allí imagino disputar un partido entre jugadores del sur del mundo contra los del norte. Estaríamos en las noticias de todos los países y habría una gran trascendencia para lo que queremos lograr”.


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Re: Historias del fútbol

Mensaje por gorrogoma »

Estilos de juego: el catenaccio

El catenaccio para siempre va a estar ligado a la idea de un sistema ultradefensivo practicado sobretodo en Italia. Esto, no deja de tener su lado de verdad. Pero el sistema en el que se basa el catenaccio se deriva de los logros que un austriaco obtuvo con la selección suiza. En 1947, Suiza, “colgada de los palos” derrotó 1 – 0 a Inglaterra (de igual manera venció a España en Sudáfrica, en el primer partido de aquel Mundial 2010 que nos trajimos para casa). El culpable de tal éxito fue Karl Rappan. Nacido en Viena, implementó el sistema del “cerrojo” en la selección de Suiza obteniendo el mayor logro del fútbol helvético: alcanzó los cuartos de final en el Mundial de 1954.

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Rappan, dirigiendo a la selección suiza.

El sistema partía de reconocer las limitaciones del futbolista suizo, desconocedor de las tácticas contemporáneas. Allí se seguía jugando el mismo 2–3–5 de antes de la guerra. Partiendo de un esquema con sólo dos defensas, Rappan retrocedió los dos medios abiertos formando así una defensa de cuatro. Puesto que no tenía sentido dejar un sólo futbolista en la mitad, decidió además retroceder a dos delanteros lo que llevó a un esquema de 4-3–3. Dado que retrocedía a dos delanteros, sólo el medio centro cumplía un rol eminentemente defensivo. Esto implicaba que sobre él caía un gran peso físico. La mejor manera de lidiar con este problema fue echar todo el equipo hacia atrás. Este sistema provocaba que en defensa siempre sobraba un jugador. Este jugador daba lugar a un defensa libre. Nacía así el líbero o el verouller como lo denominó la prensa helvética de la época. El sistema sería un éxito en Italia, particularmente en equipos débiles. No fue hasta que Helenio Herrera lo implementó en un equipo grande que el sistema se volvió paradigmático.

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Sandro Mazzola junto a Helenio Herrera

Aunque Herrera, personaje egocéntrico como pocos, afirma que inventó el sistema, tampoco fue él quien lo popularizó en Italia. Su primer exponente fue Giuseppe ‘Gipo’ Viani, entrenador de la Salernitana, pequeño equipo de la B italiana que llegó, con este método a jugar en la Serie A en la temporada 1947/48. La idea central, como en el caso de Rappan es haber incorporado un líbero. Además, conscientemente echaba el equipo para atrás para así atraer al rival y, cuando fuese posible, contraatacar a un enemigo con escasos elementos defensivos. No hay referencias de que haya sido directamente influido por Rappan, pero como él, el esquema de la Salernitana era uno donde un equipo menor podía competir con garantías contra equipos más poderosos.

Su siguiente exponente fue Nereo Rocco, que ganaría dos Copas de Europa con el Milan en los años sesenta. Implementó el esquema en Triestina donde logró que un equipo modesto como aquel, quedara subcampeón de Italia en la temporada 1947/48. Posteriormente siguió desarrollando el esquema en el Padova hasta que fue llamado al Milan por ‘Gipo’ Viani a entrenar al club rossonero tras sufrir éste un ataque al corazón que mermó su capacidad para continuar en el banquillo del cuadro milanés. Allí, en dos etapas, logró quedar campeón de Europa en 1963 y 1969. El Milan de Rocco, sin embargo, no practicó el catenaccio propiamente dicho. Cierto que exigió a sus jugadores correr, presionar y volver. Pero también es cierto que su jugador favorito, Gianni Rivera, el Bambino de Oro, no debía cumplir más que con meter o facilitar goles. Rocco armó un equipo goleador que ganó el calcio en la temporada 1961/62 marcando 22 goles más que la Roma, el segundo equipo más goleador. Esos logros, sin embargo, no borran el que el Milan de Rocco también tuviese esa fama negra que acompaño a los equipos que practicaron el catenaccio: ganar por las buenas o por las malas. Se dice, por ejemplo, que enfrentando a Estudiantes de la Plata por la Copa Intercontinental, un partido brutal, Rocco ordenó a sus jugadores: “pateen todo lo que se mueva. Si es el balón, mejor”.

Pero el gran exponente del catenaccio fue, sin lugar a dudas, Helenio Herrera. La disciplina era la línea central de su método. El inglés Gerry Hitchens cuenta que cuando abandonó el Inter se sintió saliendo del ejército. En una ocasión, dice, Corso, Suárez y él se quedaron rezagados en los trotes a campo través con que ejercitaban el estado físico. Herrera ordenó al bus arrancar y ellos se vieron forzados a volver corriendo los casi 10 kilómetros que los separaba de la sede del Inter.

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Una formación del Inter de HH

El líbero del Inter era Picchi. La diferencia del catenaccio de Herrera con el de los demás fue que el marcador izquierdo, Facchetti subía constantemente por la banda izquierda. Era una defensa de 4 más Facchetti que apoyaba o subía según las circunstancias. La defensa era, además, al hombre. Por la derecha, con mucho espacio atacaba Jair y en la mitad estaba Luis Suárez, la clave del Inter cuando de calidad se trataba.

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Disposición táctica del Inter de HH

El objetivo, dice Herrera, no era defender, era recuperar el balón y atacar verticalmente llegando al arco contrario en no más de tres toques. Así el Inter ganó la Serie A en 1963, 1965 y 1966 además de las copas de Europa de 1964 y 1965. El Inter, además de la disciplina y la estrategia basó su éxitos en artimañas no tan santas como el doping o incluso la trampa. Del doping hablamos en otro post. De lo segundo el mejor ejemplo fueron las acusaciones de que el Inter había pagado las vacaciones del árbitro yugoslavo Tesaniç quién esa temporada había arbitrado el partido de semifinales contra el Borussia Dortmund.

El catenaccio, hoy día, se entiende cuando un equipo opta por defenderse a toda costa, generalmente ante un adversario a priori superior. Pero los dos conceptos básicos, marca generalizada al hombre y el líbero ya son historia. Además, nunca un equipo grande logró los éxitos del Inter basado en este sistema. Es pues, en su versión estricta, cosa del pasado.


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